La
intolerancia a la lactosa es relativamente frecuente, aunque en los
niños muchas veces es pasajera , y no llega a ser necesaria la
restricción de la lactosa en la dieta.
¿Qué
es?
La
intolerancia a la lactosa es la incapacidad para digerir bien
la lactosa, el azúcar natural de la leche. Se debe a la
falta de una enzima del intestino llamada lactasa. La
lactosa no digerida es fermentada por la flora intestinal,
produciendo gas y sustancias que vuelven las heces más ácidas y
líquidas.
No
hay que confundirla con la alergia
a las proteínas de leche de vaca
,
en la que el mecanismo y el componente de la leche implicados son
diferentes.
¿Qué
tipos de intolerancia a la lactosa hay?
Intolerancia
secundaria :
Si
se debe a otra enfermedad que daña la superficie del intestino
hablamos de . Esto ocurre en algunas gastroenteritis
,
pero es algo transitorio que se normaliza en poco tiempo. También
puede acompañar a enfermedades crónicas como la celiaquía.
Intolerancia
primaria :
En
niños mayores y adultos es más frecuente la a la lactosa,
debida a la pérdida progresiva de la lactasa intestinal después de
los primeros años de vida. En regiones del mundo como Asia y África
afecta a la mayoría de la gente. Europa es el continente donde es
menos frecuente y aun así se encuentra en más del 20% de la
población. Eso no quiere decir que todos los afectados vayan a tener
síntomas, pues depende de su grado de tolerancia y de la cantidad de
lactosa que consuman. Aunque la intolerancia primaria suele
llamarse intolerancia
a la lactosa del adulto,
lo cierto es que los síntomas pueden aparecer ya a partir de los 5
años de edad o incluso antes.
¿Cuáles
son los síntomas?
Los
síntomas más típicos son la hinchazón de barriga, flatulencia
(gases), dolor abdominal (retortijones) y diarrea. En niños es
frecuente que aparezcan después de desayunar, ya que es cuando más
cantidad de leche suelen tomar.
Muchas
personas con intolerancia a la lactosa pueden consumir cierta
cantidad (hasta un vaso de leche al día) sin llegar a tener
síntomas, pero otros ya tienen problemas con cantidades mínimas.
¿Cómo
se diagnostica?
La
forma más sencilla de comprobarlo es suprimir la leche de la dieta
entre 2 y 4 semanas para observar si los síntomas desaparecen.
Después se ofrece leche de nuevo para ver si vuelven a aparecer.
En
casos dudosos se puede hacer la prueba del hidrógeno
espirado, en la que se mide la concentración de hidrógeno en el
aliento (procedente de la fermentación por las bacterias
intestinales) tras tomar cierta cantidad de lactosa.
También
se puede estudiar la acidez de las heces, midiendo el pH
o los cuerpos reductores.
¿Cómo
se trata?
El
tratamiento consiste en disminuir el consumo de lactosa lo suficiente
para que desaparezcan los síntomas. La dieta debe adaptarse a cada
persona, evitando una restricción excesiva si no es estrictamente
necesario.
El
primer paso es excluir la leche y los productos
elaborados principalmente con leche sin fermentar (flanes, natillas,
batidos, etc.). El sustituto más parecido es la leche sin lactosa,
aunque también se pueden utilizar leches de origen vegetal como la
soja. Para lactantes que utilizan sucedáneos de leche materna
existen fórmulas adaptadas sin lactosa.
Los lácteos
fermentados (yogur, queso) suelen tolerarse mejor, pues
contienen poca lactosa y proporcionan bacterias capaces de digerirla.
Cuando no se toleren deben eliminarse también de la dieta o utilizar
yogures y quesos sin lactosa.
Si
la intolerancia es muy fuerte, puede ser necesario eliminar por
completo la lactosa de la dieta. Ello implica revisar la composición
de productos de bollería o panadería, embutidos y los alimentos
procesados. La lactosa también puede encontrarse en medicamentos,
sobre todo en los comprimidos.
Si
se opta por suprimir todos los lácteos, es importante asegurar que
la dieta incluya otros alimentos ricos en calcio.
Existen suplementos
de lactasa en forma de comprimidos, con la idea de
administrarlos antes del consumo de alimentos con lactosa y evitar
los síntomas de la intolerancia, pero hay poca experiencia sobre su
uso y todavía no se conoce bien su eficacia ni la dosis necesaria.
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